Ponciano
Díaz Salinas “El Charro de Atenco”
“La Galería de Hombres
Ilustres”, sección creada en el cementerio de Santiago Tianquistengo, Estado de
México no solo para dar sepultura a hombres de esa tierra que han dado lustre a
partir de sus muy particulares actividades, sino también a rememorar la trayectoria
que han trazado de modo permanente, recoge desde 1994 en su seno a personajes
que bien ganado se tiene el mérito de encontrarse en dicho lugar. Nos referimos
al diestro Ponciano Díaz Salinas “El Charro de Atenco” (1856-1899) quien hasta
el 14 de abril de 1994, reposó en el Panteón Tepeyac, sitio que durante 95 años
fue su morada. El día 15 de abril de 1994, en medio de una ceremonia fastuoso y
respetuosa, a la vez vuelve a ser abrazado en su tierra natal. Entre los
numerosos aspirantes que se acercaron al matador español Bernardo Gaviño
radicado en México para enriquecerse con sus enseñanzas, destacó uno que al
paso del tiempo llegaría a ser ídolo de multitudes y el primer torero mexicano
en tomar la alternativa: Ponciano Díaz Salinas “El torero con bigote”.
Respetando
la tradición lo bautizaron con el nombre de Ponciano ya que nació un 19 de
noviembre, día consagrado a ese santo.
Logró
tener gran conocimiento de los toros, gracias al contacto que tuvo con el
ganado bravo de Atenco. Mató su primer novillo a principios del año 1877
durante una fiesta, y un año después toreó en la cuadrilla del valiente coleta
chihuahuense Lino Zamora.

A
fines de 1984 y principios del 85 fue el primer mexicano que se haya presentado
en los Estados Unidos, actuando en varias corridas incruentas en Nueva Orleáns,
Luisiana, causando gran sensación sus actuaciones entre los espectadores
norteamericanos. A mediados del año 1989 se despidió del público de la capital para
efectuar su único viaje a España, en compañía de sus picadores Agustín Oropeza
y Celso González. Ocho veces actuó en ese país y Portugal, ejecutando suertes
charras, así como clavando banderillas a caballo... El 17 de octubre de ese mismo
año tomó la alternativa en Madrid, cuando Salvador Sánchez “Frascuelo”, con el
testimonio de Rafael Guerra “Guerrita”, le dio la alternativa al cederle el
toro “Lumbrero” del Duque de Veragua...
Cuando
regresó a México, tuvo que quedarse un tiempo en la Habana, Cuba, pues las
corridas de toros estaban de nuevo prohibidas. Posteriormente, ayudó a erigir
la plaza de toros del Paseo Bucareli, misma que inauguró; además, fue empresario
y protector de aspirantes a torero.
A
Ponciano se le recuerda como iniciador que fue de la corriente que imprimió las
esencias del toreo mexicano, tan semejante, pero al mismo tiempo tan distinto
al toreo español, con matices tan particulares y propios.
Ponciano
Díaz, agobiado por la terrible soledad en que se encontraba, ante el abandono
de sus seguidores y amigos, el deceso de su madre y su continuo peregrinar por
bares y cantinas, murió el 6 de abril de 1899 en la ciudad de México,
concluyendo de esta forma la vida del hombre y naciendo la leyenda, el mito de
Ponciano Díaz Salinas “El Charro de Atenco”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.